domingo, 9 de enero de 2011

EL LUCERO

8 de diciembre, 1978

… y, después vamos a extrañarnos como locos. Después vamos a estar todo el tiempo pensando en esto o aquello que hicimos juntos.
Sí, después de las vacaciones, cuando se termine el verano, vamos a extrañar los juegos en la playa, el árbol de la casita, las mañanas de pesca con el nono. Nos vamos a acordar de los budines de la abuela, de la leche de la tarde, de juntar caracoles y ponerlos en fila o hacer dibujos en el jardín.
Porque estar de vacaciones en la casa de los abuelos en la costa es siempre divertido. Juntarnos los cinco, hablar hasta tarde desde la cama, jugar a los almohadonazos y, lo más lindo, cuando llueve las tortas fritas de la abuela y sus historias.
Y sí, después te voy a extrañar. Cuando pasen las semanas y no te vea. Cuando esté en el colegio y piense que vos estás con tus amigas de la escuela de las monjas. Me voy a acordar de la otra tarde, cuando fuimos juntos a la huerta a buscar tomates para la ensalada, y debajo de las plantas, con ese olorcito tan especial, te agarre da la mano y vos no me soltaste. Me voy a acordar que te miré fijo y te pusiste colorada. Que te quedaba tan lindo en los cachetes…
Cuando estemos otra vez en Buenos Aires, cuando me levante y no desayune con vos, me voy a acordar de estos momentos que ahora estamos viviendo. A vos te va a pasar lo mismo, estoy seguro.
Aunque los más chicos nos carguen, aunque la abuela se sonría y el nono me guiñe un ojo, no me importa si ya se dieron cuenta. Es cierto, ¿y qué hay con eso?
Es tan lindo ver caer la tarde leyendo los dos la misma revista, o mirando cómo las nubes van oscureciendo el día y el sol se acuesta del otro lado del mar. A vos te gusta mirar el horizonte y a mí también. A lo mejor, los dos estamos pensando en lo mismo y no lo decimos.
Ayer, cuando estábamos en la galería del costado, sentados en las baldosas, y vos descubriste al lucero, porque esa estrella que aparece primero y brilla más es el lucero, y me dijiste que te gustaba tanto, yo te contesté que si querías te la regalaba, así teníamos una estrella de nosotros para cuando se terminaran las vacaciones. Así cuando vos las mires yo la voy a mirar igual, a la misma hora, como en ese momento, y estaríamos juntos otro ratito. Te pusiste colorada y me dijiste que bueno, y apoyaste tu cabeza en mi hombro y nos quedamos callados, como dos tontos. Pero fue tan lindo.
Sí, cuando lleguen los días de deberes, de catecismo y de mandados, yo voy a pensar en vos y estoy seguro de que vos vas a pensar en mí, en estas vacaciones, en todo lo que estamos descubriendo juntos. Pero hoy todavía no, hoy sigamos mirando el cielo, descubramos en las nubes formas y figuras, pongámosle nombres raros, que nos hagan matar de risa.
Vayamos a buscar los tomates de la mano, aunque los chicos se diviertan y nos hagan burla. Yo te defiendo, porque son unos zonzos.
Qué se van a imaginar que te quiero en serio y para toda la vida, aunque seamos chicos…


8 de diciembre, 2008


Y ahora, ¿qué?
Pasaron treinta años y no me olvido de nada, pero ni vos ni yo estamos en la costa, ni está el nono con la pesca, ni la abuela, ni vamos a la huerta a buscar tomates. Ese verano fue el mejor de mi vida. No sé si de la tuya. Nos vimos tan poco después.
No es que siga enamorado, es el saber que estuve enamorado por primera vez, y fue lindo y tierno. Fue dulce, con la inocencia del primer beso con labios cerrados, las primeras manos juntas, el rubor de tu cara. Tantas cosas…
Pero pasó el tiempo. Sé que te fuiste a Francia, que seguís allá tu carrera de Bellas Artes.
Yo sigo yendo de vez en cuando a la costa. Ahora con mis chicos, y sigo juntando caracoles en la playa, que después ponemos en fila en el jardín.
Y te sigo extrañando, ahí en la galería, justo cuando aparece el lucero…


1er PREMIO 10º CONCURSO NARRATIVA EN AZUL - 2010